El día 11 de septiembre a las 2 de la tarde tuvo lugar en la Asociación de Escritores de Shanghái la primera ronda de lecturas de escritores becados en 2016.
El programa Shanghai Writing Program, que en su novena edición llevaba como temática La lengua nativa en países extranjeros, reunía a tres escritoras internacionales: Anna Rubio, Ángela Pradelli y yo misma.
Mi texto, a modo de ensayo, trataba sobre el exilio, un tema con el que últimamente he estado investigando para mi biografía sobre la guionista judía Salka Viertel, conocida por escribir guiones para Greta Garbo, aunque también por albergar los domingos por la tarde un salón en su propia casa entre los años 30 y 40. Allí acudían escritores, artistas, directores de cine, de teatro, actores, filósofos, físicos, etc., todos ellos se encontraban exiliados en la Costa Oeste, lejos de sus orígenes europeos. Sin embargo, también hice hincapié en mis escritores y escritoras favoritas, muchos de ellos extranjeros. Para mí fue a menudo un reto leer sus libros en la lengua original con que fueron escritos. Aunque también hablé de mí, de mi tierra, de mi obra, del porqué escribo, unido a las traducciones que facilitan la lectura y, en definitiva, la movilidad de la literatura, en un mundo en donde la cultura de los países debe trazar puentes y no quitarlos.
Luego, los escritores chinos Zou Zou y Sun Ganlu amenizaron la velada haciéndonos preguntas en referencia a cada lectura, y poco a poco se encontraron similitudes entre países orientales y occidentales.
El público, muy atento en todo momento, contaba con la traducción previa de nuestras lecturas al chino. Gracias a ello y a la colaboración de la intérprete Siwen Ning, los asistentes formularon muchas preguntas.
Al terminar, me ofrecí a leer un fragmento de mi novela Núvols baixos en mi lengua nativa, el catalán. Y allí, encontrándome muy lejos de casa, sentí que se había trazado un puente entre tantos aplausos.
Luego, de vuelta al apartamento, los escritores internacionales decidimos entrar en el primer restaurante que encontramos y comer como si hiciese mucho que no ingeríamos nada. En realidad el evento había durado unas cinco horas.