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Página creada el 01-12-2016. Actualizada el 15-02-2017
A los pocos días de mi llegada a China la sección cultural del Consulado de España acordó una charla lectura en el Instituto Cervantes, que en el año 2016 cumplía sus 25 años.
Gracias a ello, en varias ocasiones salí del apartamento sin mapa alguno, dando un largo paseo por el norte de Wulumuqi Road hasta llegar a su biblioteca. La calle Anfu Road, en el barrio francés, es estrecha y muy agradable, las copas de los árboles dan cobijo y a mediodía se cuela algún rayo de luz por entre sus hojas. Un lado alberga muchas terrazas, mientras que en el otro sorprende la cantidad de ropa tendida que cuelga en muchas fachadas. De nuevo, esta ciudad cosmopolita comparte estilos occidentales con orientales a pie de calle. No muy lejos de ahí se encuentra la biblioteca Miguel de Cervantes, ubicada en la primera planta, siempre con algún lector o estudiante de español ojeando entre los estantes, mientras que otros aparecían sentados en postura concentrada. Como dato curioso, al levantar la mirada de algún libro, pareció que me adentrase de repente en alguna obra de ciencia ficción, pues varios de los lectores llevaban máscaras sanitarias. También percibí esto en la Biblioteca de Shanghái y en la Universidad de Fudan o East China Normal University. Al preguntar a qué se debía el uso de caretas en el interior de los locales, me explicaron que quienes las llevaban estaban resfriados o bien sufrían problemas respiratorios o alérgicos por la contaminación del aire en la ciudad.
Mi charla lectura se anunció por WeChat, una de las pocas redes sociales no bloqueadas en China. Gracias a ello, muchas personas se enteraron y acudieron ese 22 de octubre. Puedo decir que me sentí afortunada de compartir fragmentos de mis novelas y mi vocación por la escritura con el público asistente.
Agradezco enormemente el apoyo de Ana Wu, oficial administrativa de la Biblioteca Cervantes, que hizo posible el evento. También a Siwen Ning, en calidad de intérprete de chino. Y, cómo no, al público de esa tarde que, al terminar mi charla, tuvimos tiempo de seguir profundizando en temas de interés mientras afuera llovía a cántaros.