Uno de los eventos literarios más interesantes de mi paso por Shanghái sería la gran mesa redonda de escritores que tuvo lugar el 27 de octubre en la Asociación de Escritores de Shanghái. A los escritores internacionales galardonados con la beca del prestigioso programa Shanghai Writing Program apenas nos quedaba una semana para regresar a nuestros respectivos países. A más de uno se nos pasó por la cabeza que aquellos dos meses habían pasado volando, si bien también dieron mucho de sí a nivel profesional y personal.
Desde mi punto de vista formábamos parte de un acto literario muy enriquecedor ya que, por un lado, estábamos los escritores internacionales, aunque procedentes de países tan diversos como España, Dinamarca, Rusia, Estados Unidos, Polonia, Israel, Nueva Zelanda o Argentina. Por el otro, la Asociación de Escritores había reunido a escritores chinos de Shanghái para que intercambiásemos experiencias sobre nuestro oficio de escribir. Casi sin querer aquello se convirtió muy pronto en una charla fascinante y poco frecuente. Ya que, de repente, la escritura aparecía desnuda, dialogando unos escritores con otros, allí se trazaron muchos puentes, y a veces salieron temas apasionantes como el querer escribir sobre China, por más que los chinos alegaban que escribir algo en condiciones a nivel histórico era casi imposible para un occidental. Aunque para hablar de amor, quizá. Me gustó mucho la filosofía de algunos autores chinos que detallaban particularidades sobre su obra, entre ellos, estaban sentados los escritores Wang Anyi, Zhao Lihong, Chen Cun, Sun Ganlu, Xue Shu, Xiao Bai y Sun Wei, que reflejaron muchos de los conflictos con que se encuentra el escritor en la actualidad, ya sea en oriente o en occidente. Por el otro, entre los escritores internacionales nos sentamos Ekaterina Yakovleva, Anna Rubio, Ángela Pradelli, Edna Shemesh, Frode Z. Olsen, Heidi North-Bailey, Jennifer Haigh, Lisa Teasley, Malgorzata Budzynska y yo misma. Nueve mujeres y un solo hombre. A decir verdad algo inédito en mi país, que suele decantar la balanza siempre hacia el lado de los hombres, y en muchos concursos literarios ni siquiera cuentan con presencia femenina entre los miembros del jurado.
Muchos fueron los temas que abarcamos aquella tarde, aunque durante mi participación destaqué que después de lo vivido en el programa sentía la necesidad de escribir una novela que tuviese lugar en China. Por supuesto, un part de personajes serían occidentales aunque también deseaba crear algún personaje lugareño. Ello supondría un gran trabajo para mí, pero como escritora aceptaba el reto.